“Canelo” era el perro de un hombre que vivía en Cádiz. Una mascota que
seguía a su dueño para todas partes y en todo momento. Este hombre
anónimo vivía solo, por lo que el buen perro era su más leal amigo y
único compañero. La compañía y el cariño mutuo los hacía cómplices en
las miradas y hasta en los gestos.
Cada mañana se los podía ver
caminando juntos por las tranquilas calles de la ciudad cuando el buen
hombre sacaba a pasear a su amigo. Una vez a la semana uno de esos
paseos eran hacía el Hospital Puerta del Mar ya que debido a
complicaciones renales el hombre se sometía a tratamientos de diálisis.
Obviamente, como en un hospital no pueden entrar animales, él siempre
dejaba a Canelo esperándolo en la puerta del mismo. El hombre salía de
su diálisis, y juntos se dirigían a casa. Esa era una rutina que habían
cumplido durante mucho tiempo.
Cierto día el hombre sufrió una
complicación en medio de su tratamiento, los médicos no pudieron
superarla y éste falleció en el hospital. Mientras tanto “Canelo” como
siempre, seguía esperando la salida de su dueño tumbado junto a la
puerta del centro de salud. Pero su dueño nunca salió.
El perro
permaneció allí sentado, esperando. Ni el hambre ni la sed lo apartaron
de la puerta. Día tras día, con frío, lluvia, viento o calor seguía
acostado en la puerta del hospital esperando a su amigo para ir a casa.
Los vecinos de la zona se percataron de la situación y sintieron la
necesidad de cuidar al animal. Se turnaban para llevarle agua y comida,
incluso lograron la devolución e indulto de Canelo una ocasión en que la
perrera municipal se lo llevó para sacrificarlo.
Doce años,
así como lo leen. Ese fue el tiempo que el noble animal pasó esperando
fuera del hospital la salida de su amo. Nunca se aburrió ni se fue en
busca de alimento, tampoco buscó una nueva familia. Sabía que su único
amigo había entrado por esa puerta, y que él debería esperarlo para
volver juntos a casa.
La espera se prolongó hasta el 9 de
diciembre del 2002, en que Canelo murió atropellado por un auto en las
afueras del hospital. Un final trágico, pero esperanzador para quienes
amamos los animales, para quienes quizá ilusamente creemos que en el más
allá todavía hay algo que nos espera.
La historia de Canelo
fue muy conocida en toda la ciudad de Cádiz. El pueblo gaditano, en
reconocimiento al cariño, dedicación y lealtad de Canelo, puso su nombre
a un callejón y una placa en su honor.
A Canelo Que durante 12
años esperó en las puertas del hospital a su amo fallecido. El pueblo
de Cádiz como homenaje a su fidelidad. Mayo de 2002.
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